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domingo, 24 de abril de 2016

UN MILAGRO EN LA VIDA


“El tiempo sigue su curso” - Decía un famoso comentarista deportivo en mi país, y es verdad, aunque estamos sin hacer nada el tiempo seguirá su curso y con él, se irá descifrando el misterio de todos los que existimos en este universo; segundo tras segundo. Muchas veces pasamos situaciones casi inverosímiles con circunstancias que desnudarán nuestros temores.

Hace unos veinte años atrás conocí a una persona en un momento de su vida en el que jamás había imaginado estar o llegar a la condición en el que se encontraba; o ese fue el mensaje que finalmente comprendí.

Un día, entre esas charlas no muy frecuentes, me contó que cuando él, era adolescente, era un joven lleno de confianza, con mucha vitalidad y que su vida era "normal" hasta que al despertar una mañana descubrió que le habían brotado unas pequeñas protuberancias en la cara. 
Los días pasaban y eso iba aumentando hasta que sus amigos notaron que ese rostro bonito había cambiado de forma, no sabía cómo explicarse del cómo había cambiado
desastrosamente toda su joven vida y sin darse cuenta; cayó en depresión. 

Sus padres le llevaron a ver a los médicos y le diagnosticaron rosácea (Enfermedad crónica que afecta la piel y a veces los ojos. Los síntomas incluyen enrojecimiento, granos o espinillas y en etapas más avanzadas, el engrosamiento de la piel. En la mayoría de los casos la rosácea sólo afecta la cara. No existe una cura solo tratamiento).

Literalmente eso lo mató y cambió totalmente su estilo de vida, nunca más después de ese día fue la persona que había sido hasta esa maldita mañana en que descubrió el maldito mal.
"Son agonizantes las mañanas," - me decía.- "las tardes y las noches, de lunes a domingo y de enero a diciembre de todos los años no lo soporto." 
Yo lo miraba ensimismado mientras mi empatía me susurraba: “Que exagerado, no es para tanto, como si el físico fuera todo, además no se nota mucho." "¿Por que acomplejarse por algo así?". Y otros pensamientos que me asaltaban. Realmente para mí, no era para tanto como él lo decía. No comprendía la magnitud de su sentimiento.

Pasó el tiempo y poco a poco aprendió a vivir con ese martirio, de tiempo en tiempo siempre regresaba el dolor al mirarse frente al espejo y para hacer aún mas difícil la vida desarrolló un acné severo.  El psicólogo le había prohibido ciertas cosas que para uno es normal, pero para él no lo era y todo eso hasta me parecía una exageración.

Dolió verlo del modo como se sentía, sentí compasión, quizá pena, pero no comprendí del todo hasta cuando una mañana después de casi doce años de haberlo conocido; si mal no recuerdo hasta ya habíamos perdido contacto.
Un hecho similar marcó mi vida a mediados del 2012 y recordé cada detalle de cada palabra que me había contado este muchacho. 

Vi en el espejo una parte de mi pómulo izquierdo una mancha  blanca, limpié el espejo, me lavé la cara, volví a mirarlo y sentí el latido mas fuerte de mi corazón y entré en pánico. Sabía lo que era aunque no lo acepté y ahí cambió todo. Volví a mirarme y tenía otra mancha también en mis cejas y otra al costado de mi oreja.
Estando en un consultorio médico, días después. Como tratando de calmarme, el médico dijo: "No hay cura, pero si hay maquillajes para ocultar".

Traté de tranquilizarme con todas mis fuerzas y recordé todo lo que hasta ahí había aprendido de la vida. Nunca estaremos preparados para recibir lo que no esperamos y si es algo malo, peor aún, pero es algo tan desgarrador que tendríamos que pasar por ahí para sentir en carne viva y comprender mejor la situación. 
"La empatía nunca será vista como el mayor acto de nobleza o como un santo grial, si somos nosotros quienes necesitamos de ella."

Había empezado en mí, un reto de lo imposible, encontrar ese sentido al revés a la vida. Buscar el frio en medio de la llama y abrigo en la gélida montaña, donde te crispan las manos pero tú en medio incólume y firme en lo que deseas. 
Recordé que alguna vez me dije y escribí en uno de mis artículos: “Algunos le temen a la vida, pero otros nos comemos a la vida”. “En algunos les produce agacharse; los problemas, pero a otros nos ponen más bravos”, ese tenía que ser, no había otra elección.

Siempre supe que allí muy adentro de todas mis convicciones algún día tenía que encontrar la llave al misterio más grande que solo era tan grande para mí, busqué y busqué ese milagro por ocho meses completos, aterrorizado pero siempre valiente y el milagro sucedió cuando había perdido la esperanza. 
Lo que no se cura con medicina se cura con el poder de lo sobrenatural y la satisfacción es exponencial cuando ves caer esa espesa tiniebla que se disipa de tu vida, y vuelves a ser lo que siempre has sido, pero con una fe inquebrantable.

Nunca sabrás cuando te toca o que depara el destino más adelante para tu vida. Nadie absolutamente nadie puede sentirse seguro ni con ventajas de que no le tocará ese algo que golpea tan fuerte como en el calcañar del alma.
Puede ser una ridiculez para quienes miramos, pero puede ser lo que más le pesa a ese alguien que lo padece, nosotros vemos un poquito, pero quien vive lo ve un mundo entero, por eso la comprensión y  la tolerancia deben ser los actos morales que superan al amor en una circunstancia así. 

Estimado amigo, quizá mis palabras no tengan la suficiente convicción de aliento, porque no sé cuán grande sea tu dolor.  Y no sé si mis palabras sobran o falten, quizá tus penas sean tan duras que solo tú conoces cuán duras son y crees que ya no existe una solución. 
Me queda decirte recuerda que mientras estas en esta vida existe la esperanza de una mañana mejor. Si estás atravesando un problema piensa que podrías estar en una situación peor. Te toca luchar, te toca ser valiente, ahora es cuando, no mañana ni pasado. El mal golpea, golpéalo tú, ¿Quieres un milagro? Búscalo. Búscalo como se busca realmente un milagro, búscalo con todas tus fuerzas y no dudes que llegará cuando menos esperes. 

Pido a Dios que calme tu sed si es eso lo que te falta; la sed del alma no se calma con un vaso de agua, la sed del alma se calma con el agua de vida que cuesta encontrar cuando estas lejos de aquel, que un día te hizo hijo suyo, pero tú le negaste. Él es el dueño de esa agua y de ese milagro también.

Ciro O.