A veces siento que esta vida es como un juego
de azar, mientras más veces se acierta, nos hace sentir más seguros de
todo lo que nos rodea y esos buenos momentos nos hacen creer que siempre
será así, pero basta uno o dos desaciertos para sentirnos en el fondo
del abismo y creemos haberlo perdido todo. En la suma de los buenos
momentos menos los malos, definitivamente quien cobra más fuerza es el segundo,
si tan solo valoráramos todos los buenos tiempos cuando llegan esos
días en los que atravesamos por una crisis o tenemos una pelea con
alguien especial, cuanta ventaja tendríamos para sobreponernos
inmediatamente; para perdonar y seguir el camino.
Si hacemos un
cálculo exacto y razonable sobre todos estos momentos, nos daremos
cuenta que siempre en nuestras vidas existen más sonrisas que llantos,
existen más felicidad que desdicha, mas abrazos sinceros que miradas
esquivas e indiferentes, mas veces caminamos juntos, haciendo nuestros
pasos más lentos para no terminar el camino tan pronto y evitar así las
despedidas con esos abrazos largos. En resumen sin ser buenos matemáticos llegamos a la
conclusión que siempre resultará más, lo bueno de todos nuestros días
que lo malo que nos toca atravesar, pero el problema no radica en
descifrar eso, más bien es en la importancia que le damos a cada una de
esas pequeñas situaciones adversas, porque es verdad, le damos más
razones justificables a lo malo que alguien hizo en contra de nosotros,
que valorar en ese momento ese resultado mayor de todo lo bueno que
vivimos, queramos o no, es así, dependerá de nosotros el tomarlo
con inteligencia o seguir nuestros instintos y hacer que el que resulte
menos en la balanza de nuestras conciencias nos atrofie el futuro.
Nunca será fácil abrazar cuando nos mintieron o nos engañaron, cuando se
burlaron sin escrúpulos o nos faltaron al respeto, cuando atravesaron
nuestros linderos de buenos modales y nos las estrujaron en nuestras
frentes haciéndonos ver como a fantoches en ridículo, cuando arrancaron
de nuestras cabezas puñados de cabellos en medio de agonías y suplicas
de piedad. Nunca será fácil aceptar el amor de padre o madre, si siempre
vivimos en la soledad a espaldas de todo el mundo sin dejar de
mendigar por vivir un segundo mas, nunca será fácil recibir a la mujer
que abandonó a sus hijos porque tiempo atrás se fue con otro, lejos
de casa , sea por su lujuria o por lo que fuera, muchas otras cosas
inimaginables serán difíciles de aceptar si vulneraron nuestra razón de
ser.
Quiero exagerar con este ejemplo, pero creo que al final es
justificable: Cuando alguien se equivoca, siempre por inercia viene a
nuestras mentes y a nuestras conversaciones, capacidades altísimas de
juzgar, haciéndoles ver al equivocado, como a un necio o como algo tan
anormal; así no seamos capaces de enseñar con un buen consejo pero
siempre tendremos habilidades para verter opiniones “sabias”, que lo que
hizo tal o cual persona, fue lo más bajo o hasta un detrimento a
nuestras sanas creencias, esto ha sido cultivado siempre desde
generaciones muy antiguas y es probable que perdure.
Sé que es
difícil estar del lado del avieso (errado), o defender cuando es
indefendible una causa, mas aun si sus actos dañaron a la moral de una
sana vivencia o de las buenas costumbres, pero más difícil aun, ser ese;
al que deben de señalarlo y catalogarlo con el adjetivo más bajo y
sórdido, ser aquel que no tiene derecho a nada y vituperado con la peor
de las afrentas y a veces ensañado hasta el sepulcro.
Creo yo, que
aquel que se hunde en el fango de sus acciones, es aquel al que debemos
extenderle una mano y buscarle un consuelo para aligerar sus quebrantos
en vida y mostrarle un sendero limpio que mientras vivo está, existirá
una esperanza para borrar todo lo malo; que lapidarlo hasta sus entrañas
con nuestras “perfecciones”. ¿Acaso hasta ahora no comprendemos que mas
dicha tendríamos, si ayudamos al débil o al desvalido que ensañarnos
contra ellos?, o acaso no son desvalidos los que estudiaron por conocer
todo y de tanto conocimiento se equivocaron en algún momento?, no es
débil aquel que vivió de buenas comidas y de gimnasios diarios, pero en
algún momento se convirtió en adicto a la vanidad de su cuerpo y
ahora no hace más que eso para sobrevivir?, cuantas verdades torcidas
en forma de “hobbies” abrazamos todos los días y así creemos estar en el
acierto de esta vida?, cuántas mentiras piadosas nos inventamos para
decir qué no nos incumbe la vida de los que nos rodean?, si tan solo
enfocáramos la vida con otra perspectiva sería muy distinta a la que nos
enseñaron en la escuela o aprendemos a diario de otros.
Este
ejemplo me sirve para encontrarle sentido a lo que quiero transmitirles.
En esencia todo ser humano nos veremos envueltos más de una vez en una
situación muy difícil en el que sabe Dios podremos manejarlo con
decisiones sabias o formaremos parte de esa lista negra en el que nadie
desea figurar. Lo aborrecido y mal visto en la sociedad nace de una
mente brillante muchas veces, no siempre quien mata es el que ignora el
valor de la vida, no siempre quien blasfema es un ateo o un escéptico,
no siempre el que engaña es aquel que no cree en la fidelidad, no
siempre quienes hurtan son los que por “oficio” lo hacen, no siempre
mienten aquellos que toda su vida es una mentira.
La vida en
síntesis son dos líneas muy definidas que se dividen en una muy delgada y
la otra en una muy ancha, en la que no existe un término medio, siempre
será difícil mantener el equilibrio para permanecer en esta delgada
línea y estar en lo correcto, el margen de error es alto y nada
garantiza que mañana o más tarde será menor, si basta un segundo para
cruzar el lindero y quedar hundido en el espeso lodo de la ancha línea
y así quedar expuestos a mustios comentarios y a avatares muy
crueles.
En un contexto más mesurado me sucede a menudo que al
sostener una conversación con las personas que son considerados
especiales para mí, me hacen sentir en una absoluta confianza familiar,
en el que intercambiamos vivencias, historias, pequeñas ideas, sonrisas
entrecortadas y de todo un poco, me hacen sentir más cercanos que nunca,
como si hubiésemos vivido toda una vida o desde mis infancias; deseo y
procuro como estilo de vida que estos momentos sean más prolongados de
lo que naturalmente son.
Pero por alguna extraña razón sucede que
todas estas circunstancias se ven cortados por días que no se esperan y
de pronto se corta todo eso abruptamente, en esos instantes siento que
nunca debió existir todo lo que día a día compartimos, existe como una
especie de desazón que me hacen sentir que nada volverá a ser igual, me
cuestiono del porque afecta más un impase que apenas dura unos minutos o
a veces segundos que todos esos largos momentos de tranquilidad y
armonía?, y me convence una vez más que siempre prevalecerá lo malo
sobre lo bueno, pero como todo en la vida no dura siempre estos malos
tiempos pasan y me hacen olvidar por completo y vuelvo a creer entonces
en lo que al comienzo consideré.
No olvidemos que la maldad será a
veces el menú que por suerte o no, alguna vez nos toque degustar, no
porque la busquemos, sino porque el eslabón de nuestras cadenas no
depende siempre de nuestras visiones. Pero tampoco olvidemos que en
medio de todo eso, busquemos la forma de hacer prevalecer el resultado
mayor de los cálculos de todos nuestros momentos del día a día y
rompamos nuestros prejuicios, nuestros vanos orgullos, los egos que a
nadie le importa y menos les hace bien.
Recuerda que mientras más
razonable seamos, mayor posibilidad de éxito añadiremos a nuestras
acciones. Seamos de aquellos que ganaron respeto porque inspiraron eso y
no porque gritaron más fuerte, si tenemos éxito sea porque luchamos y
buscamos eso con honestidad más no a costa de nadie o hablando maldades e
invenciones mientras no están presentes tan solo por agradarles o
alimentar los caprichos de los que tienen más autoridad sobre nosotros.
Si tenemos algo que decirle al que se encuentra en error, atrevámonos a
hacerles saber tal vez cambiemos para bien sus actitud de estos
semejantes.
Nunca se vea manchada nuestra identidad ganada donde estemos y con quien estemos, si nacimos para hacer el bien, busquemos como estilo cotidiano cultivarlo.
Nunca se vea manchada nuestra identidad ganada donde estemos y con quien estemos, si nacimos para hacer el bien, busquemos como estilo cotidiano cultivarlo.
Ciro O.
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